El dispositivo de realidad aumentada creado por el gigante de internet, que ya ha sido prohibido en un bar de Seattle, podría vulnerar la privacidad, según los expertos
Intimidad, pudor y privacidad forman parte un todo que las
personas no están dispuestas a perder. Tras una sesión de entrenamiento
en un gimnasio las duchas de los vestuarios acogen a decenas de personas
envueltas en su traje natural. Imagínense que, en ese momento, su
figura está siendo grabada sin que se dé cuenta gracias a un dispositivo
que, sin ver todavía la luz, está llamado a ser la revolución
tecnológica.
Las famosas Google Glass
es el «gadget» que todo el mundo deseará en los próximos meses, pero
que quizá muchos vayan a desear que nunca se hubieran inventado gracias,
en parte, a la posibilidad de grabar y captar imágenes en cualquier momento.
Sí, un arma de doble filo. Mientras la comodidad se hace hueco en
nuestra vida, nuestra vida es menos privada. Serán un auténtico «Gran
Hermano», un ojo que todo lo verá. Su capacidad de grabar en cualquier
momento ha levantado tanto halagos como críticas. Aunque sus usos son
similares a cualquier teléfono móvil, se trataría de un dispositivo más
discreto que podría hacer las veces de espía. No dejaría de tener
características similares a las que habitan en un «smartphone» pero
grabar con ellas no es algo tan evidente.
Sin estar todavía en la calle, un bar de Seattle acaba de
prohibir la utilización de las gafas de realidad aumentada dentro de sus
instalaciones, informaba «CNet». Los gerentes del bar temen por una posible violación del derecho a la intimidad de sus clientes.
Todavía no han salido a la venta, pero ya son objeto de polémica entre
los establecimientos públicos de Estados Unidos, ya que sus múltiples
aplicaciones despiertan recelo entre la gente acerca de los posibles
usos que puedan darse a las gafas.
En una actualización en su perfil de Facebook, su propietario, Dave Meinert,
ha asegurado que su establecimiento acoge a «gran variedad de gente»
entre los que se incluyen gran cantidad de aficionados a la tecnología
debido a la cercanía de Amazon. «Hay que entender la cultura de 'The 5
Point' que es a veces sórdido, incluso de mala fama y creo que la gente
quiere ir allí y no ser conocido», escribía el gerente, que ha dicho que
sus clientes no quieren ser grabados en vídeo de manera furtiva.
«Su uso puede crear una paranoia social por el hecho de que
cualquier persona pueda grabar a cualquiera. Debería tener un
indicativo de aviso, porque imagínate que estás en un bar de copas o en
un baño público. Puede derivar en un estado de alarma en la que todo el
mundo esté pendiente de si está siendo grabado», explica a este diario Joaquín Muñoz, abogado experto en privacidad de Abanlex.
Entre otras muchas aplicaciones, las gafas de Google tienen la capacidad de almacenar datos
acerca de la actividad del usuario para invertirlos en una mejora de la
búsqueda web. Mediante el uso de comandos de voz, captar imágenes
rápidamente y en cualquier momento y situación. Además, tendrá como
aliado internet. Todos los datos se unirán a aquellos de los que ya dispone la compañía, obtenidos con el seguimiento de las búsquedas realizadas a través de su buscador.
Sin embargo, las cuestiones de privacidad pueden ir más
allá del propio usuario. Por ello, muchos usuarios son reacios a este
tipo de tecnología y el nuevo dispositivo de Google ya ha desatado
polémica antes incluso de ser parido de forma oficial porque,
recordemos, se trata de un proyecto que podría ver la luz a final de año por un precio de 1.500 dólares. Desde Australia han llegado incluso quejas al respecto en la voz del político liberal Cory Bernardi, quien considera que supondrá un riesgo para los derechos y las libertades civiles.
Muchas preguntas sin respuesta
«Tampoco le veo mucha diferencia a que alguien decidiera ir
por ahí con el móvil grabando todo el día y lo subiera después a
YouTube, por lo que esa línea argumental podría ser discutible. Además,
hay que tener en cuenta que Google no se limita a grabar nuestro entorno
sino que nos da información sobre él. Y llegados a este punto, las
imágenes de la propia web de Google Glass son muy reveladoras», agrega María Gómez, directora de Mind Your Privacy, consultora de protección de datos.
«Pueden estar prohibidas directamente por la legislación
vigente en España. No sé hasta qué punto puede que se considere si las
Google Glass son vigilancia o no. En instalaciones privadas te las
podrían prohibir. Debería protegerse bastante bien si, por ejemplo, en
caso de que tienes una actitud comprometedora no puedas ser grabado. Me
parece bien que no se puedan poner puertas al campo, pero debería haber
una legislación muy fuerte en la intimidad y el honor. Sí a la
tecnología, pero sí protegiendo estos derechos», matiza Yago Jesús, experto en privacidad del colectivo «SecurityByDefault».
El caso es que su uso entraña ciertos riesgos. Cabe recordar que la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD)
multó en 2008 a los responsables de la grabación y publicación en el
portal de vídeos YouTube de unas imágenes en las que se podía ver a una
serie de personas mientras transitaban por la madrileña calle de
Montera.
Para la AEPD este proyecto «va a tener importantes
implicaciones desde el punto de vista de la privacidad» y asegura que en
caso de que se pusieran a la venta con las características que se ha
venido publicando «realizará el seguimiento y las comprobaciones
necesarias para verificar el cumplimiento de la normativa española de
protección de datos y garantizar los derechos de los ciudadanos».
La agencia siempre ha defendido que la captación y
reproducción de imágenes de personas, siempre que permitan la
identificación de las mismas, y su publicación en plataformas accesibles
para cualquier usuario de internet «se encuentra sometida al
consentimiento de sus titulares», de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 6.1 de la Ley Orgánica de Protección de Datos salvo que la Ley lo disponga o salvo las excepciones contenidas en el artículo 6.2.
Limitar sus usos
En ese sentido, existe un trasfondo sobre el control de los
datos por parte del gigante de internet y sus competencias legales
dentro de la legislación vigente. «Las leyes que se refieren a las
nuevas tecnologías deberían ser cambiantes y estar a al altura. El
problema está es cómo se coordina y se interrelaciona en la base de
datos de Google. Eso es lo que los gobiernos tienen que debatir y
solucionarlo, viendo cuáles son las experiencias actuales. Nos estamos
jugando la privacidad. Esta base de datos la tiene Google pero no
sabemos para quién está trabajando. La privacidad es un preciado bien
que hay que fundamentar», critica Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas españoles.
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